
Mamá omitía información, nos ocultaba la realidad, nos escondía de la verdad, mamá nos volvía inocentes, nos volvió ignorantes, frente a una verdad que solo ella quería conocer.
Alimentaba nuestros estómagos, al mismo tiempo que su infelicidad, sin querer, pero queriendo, notábamos su desdicha; aunque ella sonriera y nos cantara para hacernos dormir.
Se volvió un campo de fuerza, donde toda la energía se concentró en ella, donde toda golpiza caía sobre ella, para que ningún daño nos hiciesen esas fuerzas negras que caían sobre sus hombros.
Mamá se ahogaba en licor por las noches. Aquel hombre la había dejado y su corazón estaba vacío. Ya no tenía compañía al lado de su cama y nosotros parecíamos no serle suficiente. Ella no quería luchar por nosotros, sufría y sus ojos que en algún momento vimos azules, de apoco se oscurecían a un negro dolor.
Mamá parecía no tener miedo, pero nos dejó solos. Parecía fuerte, pero huyó hacia el cielo, dicen, yo digo que solo está bajo tierra, tragada por gusanos… Esas fuerzas oscuras se la llevaron, una noche de julio, mientras la lluvia se azotaba sobre el techo y golpeaba las latas, sumada a la lluvia de manos y brazos. La que le robaba la vida a mamá.
Mamá descansa en paz. Mamá ya no llora por las noches, a veces viene a visitarnos, a mí y a mi hermana. Nos pide que seamos fuertes, que la llevemos en su corazón y que seamos gente, que seamos…que solo seamos buenos.
Para todas aquellas madres que aguantan el dolor y el golpe de algún maricón, que les quite la felicidad, para aquellas quienes perdieron la posibilidad de aprovechar el abrazo de la inocencia de sus hijos. Y para los hijos, quienes la inocencia la perdieron, al ver llorar a mamá….
Para las que están en ese cielo…
Descansando, por fin descansando…
madre, tú sabes ocultar la verdad...