Lo que mas odio de ti es ese verdoso ser que te envuelve, el que expele un hedor a cerveza podrida (nunca he sabido a que huele la cerveza en estado de descomposición y para variar nunca he bebido cerveza, pero me imagino que eso huele horrible), esa vellosidad que te cubre mitad hacia la izquierda de tu ser.
Lo odio y no me deja hacer contigo lo que estime conveniente, lo que me revive, lo que me vuelve a la vida. No me deja hacerte mía.
En un momento te vi tan lúcida, brillante manejable dócil, con unas curvas algo anchas, pero eso no me quitaba los deseos de poseerte, eras diferenciable totalmente de tus hermanas. Eras mía
De un momento a otro, desapareciste, te fuiste y culpé al mundo por tu lejanía hacia mí, no te encontraba.
Busqué por todos lados, en cada rincón, en cada sitio de los cuales normalmente frecuentabas. No había rastro tuyo, te volviste invisible ante mis ojos, ante mis manos, ante mi insaciable sed de ti
Te amaba, te adoraba y soñaba contigo cada noche, el poder saborearte y sentir ese sabor dulce, tu piel, tu contorno….quería todo de ti.
Pero no había nada de ti.
Al fin te encontré, una tarde calurosa de enero, mientras mis manos abrían camino por un pasillo y te vi, si, ahí en lo profundo de un rincón recostada, decaída, en un estado marchito
Ya no podría disfrutarte….no eras la misma de antes
Un cariño a mi manzana, que tristemente rodó por un mueble y no pude rescatarla de su terrible letargo
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