martes, 6 de septiembre de 2011

Inspiración


Y pensar que esta es la cuarta vez que borro lo que escribo. 


Había empezado con una historia con burros ¿se dan cuenta? ¡¡¡Con burros!!! Deberán suponer el por qué decidí borrar lo que había comenzado. Es que la verdad no se me ocurría el por qué de dejar a un par de burritos, de personajes principales y hablando, para colmo. Es que mi idea no era hacer una fábula.


Luego comencé una de un dialogo, entre dos personas, pero es tan obvio, siempre son dos personas las que hablan (ni modo que una hable sola, no quería hacer un personaje loco, o un monólogo o lo que sea). Además, necesitaba el tema en el que desarrollaran la conversación, el que precisamente no se me ocurrió.


Luego, quedó la hoja en blanco ¿Y si no escribo nada? ¿si lo dejo para otro día? ¡No! ¡Recapacita! ¡Tienes algo que escribir!


En fin, luego comencé con una de una pareja de amigas. Pero ya apenas iba en la segunda línea, me estresé. Es que las veía tan tontas, desde un principio me habían caído ¡malísimo!


Aquí comienza mi desesperación.


No sale nada ni una pizca de inteligencia, destreza, NADA


Se me secó el cerebro.


No, en realidad no se me secó, está un poquito dormido. Bueno y quien no estaría dormido si ya son las cuatro de la madrugada. Cualquiera duerme, menos yo.


Y es que me bajan los dotes de escribitista a está hora. Mal de familia. Bueno, más mío que de familia.


Incluso hasta me da por arruinar más el castellano poniéndole palabras de mi cosecha. Digo, cada uno tiene un diccionario dentro. Que tiene de malo agregarle una que otra palabrita que usas normalmente. Nada, solo te restringes a hacer un texto impecable, sin errores de ortografía (la que mejoro, denme tiempo)


En esta parte es cuando comienzo a mirar el techo, blanco, con el foco de luz en medio, con algún bichito parado, o a veces sin nada, solo blanco. Pero con una paciencia pongo mi vista en él y lo observo, en su total esplendor. A veces siento que es mi fuente de inspiración, sinceramente. Pronto tendrán algún escrito en relación al techo blanco de mi habitación, al que titularé: “El techo blanco de mi habitación” un texto complejo y profundo.


Y es que pasarse media hora mirando un maldito techo debe traer consigo ¡algún beneficio! por que algún mal, lo dudo. ¡Está blanco! Que daño puede causar


Ya después de mi audaz tiempo a solas con el galán de mi techo (una experiencia religiosa, por lo demás), tarareo alguna canción, con ese popular “mmm” que reemplaza las muchas partes que desconozca de la letra de ella. Así me ahorro el aprenderla en su totalidad. ¿Para que?


No, no hay caso, las ideas no vienen.


Así mismo que pienso eso, enciendo uno de mis cilindros nicotinosos (entiéndase por cigarrillos).


El ver el humo salir de mi boca, tratando de hacer alguna figura, algún círculo o simplemente botando todo el humo que he inhalado, me hace pensar (increíble, pero hasta te hace más filosófico) en las miles de cosas que podría estar haciendo en vez de estar sentada creyéndome chimenea, tirando humo. No es que sea una viciosa, pero a veces fumaba por que no tenía nada mejor que hacer.


Nunca fumaba completo el cigarrillo cuando estaba sola, por que desde luego, me pesaba la conciencia. JA! Si tenía conciencia después de todo.


Tocaron el timbre


Me levanté de la silla algo exaltada, me habían sacado bruscamente de mis pensamientos. Abrí la puerta y era nada más y nada menos que mi amigo el cartero, al que normalmente no le abría por que me daba una flojera pagarle los treinta pesos por las cartas que traía.


Aquí mi conflicto, me ha llegado una idea.


Mientras recibo las cartas (que en realidad son cuentas) comienzo a sonreír y a caminar animada hacia la entrada de mi casa. Algo, leve y muy vago había llegado a mi cabeza. Un poco de inspiración.


Increíble, pero el carterito esa vez me sirvió de algo. Aparte de despojarme de los últimos treinta pesos que tenía en mi bolsillo, había creado una imagen, un bosquejo, una idea de lo que vendría a ser algo que contar. Algo que escribir.


Me había inspirado a borrar los otros cuatro intentos fallidos de escritos y comenzar con este, una locura, una barbaridad. Pero una que me inspiró un carterito mientras me entregaba las cuentas, la carta de mi mejor amiga y otras cuentas más.




Son extrañas las cosas que nos inspiran, algo locas. Pero quien dijo que la inspiración poseía cordura……

3 comentarios:

Zé Luiz Sykacz dijo...

Me encantó su textos. Es una gran escritora.

Mis felicitaciones por el blog. Muy bueno.

Un abrazo.

Unknown dijo...

Agradecida de tu comentario :) Un abrazo cordial

Lisume/Nicoll

Anónimo dijo...

Lisume, tus escritos fascinan.