jueves, 2 de diciembre de 2010

Daniela



Mi auto averiado en medio de una calle desconocida, bueno la verdad no tan desconocida, pero si muy poco recurrida por personas como yo. Una calle llena de suciedad humana y denigración. Definitivamente hoy no era mi día.Recién salido del taller y me vuelve a fallar ¡¡auto de mierda!! ¡¡Con lo caro que me salió la reparación y te quedas varado!! ¡Me hierve la maldita sangre!No me quedó más que dejarlo ahí y buscar una automotriz, algún mecánico o taller; pero a las 3 de la madrugada es algo complicado. Me detuve en un pequeño restaurante que había a unas cuadras de donde estaba mi auto. De los lugares malos, de baja categoría que había ido alguna vez en mi juventud; este excedió todo esquema y es que el hecho de entrar a el era una odisea. El hedor a nicotina, alcohol y humedad era impresionante, el polvo y los insectos parecían clientes frecuentes de aquel lugar. Aun no me cabe en la cabeza que las personas acudan a esos antros ya sea por curar el desvelo, por sentirse solos, por ahogar penas en copas sucias y compañía escandalosa;  por que a pesar de encontrarse en esas condiciones, tenía en ese momento una alta concurrencia; de mujeres, mas que de hombres.Las mujeres que se encontraban en ese momento se movían de forma muy chillona y coqueta, eran las meseras y las damas de compañía de los hombres que entraban.  ¡¡A quien engaño!! Ese lugarsucho de mala muerte era un prostíbulo! Pero no había más alternativa que entrar y preguntar ahí por algún mecánico.Me acerqué a la barra con algo de mesura, tratando de pasar desapercibido, pero a penas puse mis manos sobre aquella mesa, dos de las meseras (si a eso realmente se le puede llamar así) se acercaron. Eran por no decir menos, horrendas. Con maquillajes exagerados, gordas y de pechos muy resaltados por aquellos vestidos que mas que delinear una figura sensual, parecían embutidos; eran toscas en sus movimientos ¡eran brutas! Esa es la palabra que las define.Las miré con algo de desprecio y un poco que asco, ni siquiera disimulándolo pudiese haberlas visto de otro modo, mientras ellas reían y pasaban sus manos por mi espalda haciendo figuras. En cada manotada que me dieron, por que eran golpes en vez de suaves roces, se erizaba hasta el ultimo pelo de mi cuerpo, algo horriblemente incomodo. Me voltee y traté de poner mi mejor cara para que no se sintieran ofendidas. Nunca sabes de lo que es capaz una mujer caliente y con unos tragos en el cuerpo y esta no era la excepción. Las miré y les pregunté si conocían algún mecánico cercano y que pudiese atenderme a esas horas, ambas echaron a reír grotesca y burlonamente, haciéndome sentir peor de lo que ya me sentía, para variar.
-so’ bien agilao pa’ venir a preguntar acá-
- no cachay que lugar e este? E un puterío weon! en ve de venir a chupar y a que te hagamo cariñito, ¿veni por una cagá de mecánico? So bien amerme-
-Señoritas de verdad me urge un mecanico, les puedo pagar si me dicen donde encuentro uno-
-no si vo no teni arreglo, no digay que te dijimos losotras que si no los van a hechar cagando de aquí-
- cachaste la mesa de allá? Esa? Si! Esa mehma…ta sentá la Daniela, eh la unica que jugosea con cacharros, pero ten cuiao que la loca no cobra barato-
-¿de verdad? enserio se los agradezco-
Tuve que desde ya rembolsar de mi bolsillo 50 mil pesos por la ayuda que me habían dado ambas mujeres, y no tener idea si lo que me dijeron era verdad, pero no tenia otra alternativa. Eso me saco por ser un vago y no aprender nunca a arreglar mi propio vehiculo.Me dirigí a la mesa en donde se encontraba la supuesta Daniela; y para mi sorpresa si había una chica sentada en aquella mesa. Piernas cruzadas, un vestido no muy pronunciado color negro y en la mano izquierda un cigarrillo que de vez en cuando se acercaba a sus labios y se encendía. Era realmente una mujer hermosa, cabello negro, ojos oscuros de contextura fina y de un rostro delicado y angelical. Increíble que tal descripción de mujer se encontrase en aquél lugar.Me acerqué con cautela y cuando ya me encontraba a medio metro de aquella mesa, giró la cara y quedó mirándome por un corto periodo, el que consideré eterno. Aquellos ojos me intimidaron apenas volteó eh hizo sentirme choqueado, realmente muy choqueado, nunca una mujer me había hecho sentir tan acorralado y sin reacción. Normalmente tengo mucha personalidad con las mujeres ya que siempre me ha favorecido lo bien parecido, pero esta vez sentía que ni eso me ayudaba en ese momento.
-¿que queri?
-tu eres…ahm…Daniela?
- si y que te importa- dijo volteando la cara hacia una pequeña ventana que había en el lugar
- me dijeron que tu sabias arreglar autos, tengo uno a unas cuadras de aquí y…
- tambien te dijeron que cobro caro por arreglarlo? Si no me vai a pagar lo que pido entonces te podi dar media vuelta y partir
- dime cuanto cobras?
- 100 lucas-
- ¡¡eso es mucho!! ¿Y si solo es algún cable o algo ínfimo? ¿¡También cobras 100 mil pesos por eso!?
- si, y si no te gusta ya sabi, la puerta es ancha-
Me sentía desesperado, tanto como para ser capaz de pagarle lo que me pedía, pero para salir luego de ese lugar. No me quedó mas remedio que aceptar la suma pero pagándole la mitad por adelantado. Todo a su manera, si no, no había trato.Se levantó de la mesa, sin antes apagar el cigarrillo en el único cenicero que se encontraba en la mesa. Tomó una chaqueta que se encontraba en uno de los percheros del lugar y salió a las afueras del lugar. Apenas le seguía el paso, parecía como si supiese en donde estaba el auto; y en efecto, llegó precisamente a la calle en donde estaba.Levantó el capó y sacó de los bolsillos de la chaqueta un par de guantes. Miró y movió un sinnúmero de tuercas y cables (comprendan que no se absolutamente nada de autos, excepto conducirlos). Pidió que lo encendiera y comenzó a funcionar. Estaba en shock. Primera vez que veía a una mujer arreglando un auto, para colmo ¡que lo hiciese bien! me sentía un completo inútil al lado de ella. Bajó el capó y se sacó los guantes, me habló de que estaba suelto algo de una bujía y que tuviese cuidado que se podía caer por que no era la que le correspondía al vehiculo, era muy pequeña.
-está listo tu cacharrito, me debes la otra mitad
- si lo se, pero antes ¿puedo invitarte una copa? Digo, por agradecimiento a que lo hayas arreglado- ahí precisamente saqué mi lado conquistador, ya que realmente era muy hermosa. Ella solo quedó mirándome con una expresión de “pobre imbécil, creerá que con eso le va a salir mas barato” o al menos eso sentí. Se acercó y se paró frente a mi, pude ver por fin sus ojos. Era mentira, sus ojos nunca fueron oscuros, eran verdes y un verde realmente extraño, la que la hacia mas intrigante.
- ok, pero no en el de la esquina, vamos a mi casa-
Me quedé helado cuando pronunció esas palabras, increíble pero después de todo, mis dotes de galán aun no estaban perdidos.Subimos al auto y me dirigió hacia donde se encontraba su casa. Era una calle muy oscura, algo tétrica (esto definitivamente parecía una película de terror) y su casa la complementaba, estaba al borde del derrumbe. Uno de sus lados estaba mas hundido que el otro y los maderos que la forraban que alguna vez tuvieron un color gris claro, todos carcomidos por el tiempo y las termitas. Mas por las termitas. Nos estacionamos en el lado derecho de la casa el que daba justo con una ventana a la que la recubría un plástico, nylon para ser exactos. Salimos del auto y entramos a la casa. Por dentro no estaba del todo desastrosa; una mesa con dos sillas, un foco en el centro del techo negro de polvo, unos sillones destripados, uno de ellos con un resorte fuera, su mesita de centro con un vidrio encima, un par de cuadros en las paredes. Era imposible ver las figuras ya que estaban todos sucios; traté de limpiar uno pero solo logré ver a un hombre con una sonrisa que le cubría casi toda la cara y una escopeta en su mano.Noté, mientras curioseaba en la casa, que Daniela estaba mirándome hacia un buen rato, parada en el borde de la puerta de entrada. Me sentí muy incomodo al invadir así la privacidad de una mujer a la que recién había conocido y a la que aun le debía la mitad de su paga.  Ella por primera vez, desde que la vi en aquél restaurante,  esbozó una pequeña sonrisa, la que hizo que me tranquilizara, y verla aun mas bella. Mas de lo que ya era.Se movió lentamente del borde de la puerta y se dirigió a una de las habitaciones de la casa y volvió con dos copas y una botella de tequila. Hacia muchos años que no tomaba tequila, luego de haberme intoxicado con el a causa de una competencia, la cual gané. Estupideces que haces de joven.Puso los vasos en la mesa y los sirvió, generosamente, luego tomó una de las sillas y se sentó con el vaso en la mano llevándoselo a la boca y dando un sorbo del contenido. Yo solo me senté, le di un trago largo a la copa y me ardió hasta el espíritu. Había perdido practica con los tragos fuertes, pero evité hacer mueca alguna para que no notara lo terrible que me supo el trago.Ella solo me miraba, hasta que en un momento bebió de un sorbo el contenido de su copa y golpeó con ella la mesa. Me quedé algo aturdido y extrañado pero hice exactamente lo mismo: bebí de un sorbo el trago y golpeé la mesa. Me sentía un poco ridículo copiando las reacciones de aquella chica, era como si jugara a los espejos, o algo así. Pero lo seguía haciendo.Se levantó de la mesa y sujetó de mi mano, me abalanzó sobre ella y me besó. No se si estaba en un coma mental, pero no movía ni un músculo, no había reacción, hasta que mis manos tomaron vida por si solas y se encontraban removiendo el vestido de la chica. La ropa voló en un segundo de mi cuerpo. No se en que minuto me deshice del suéter sin que ella dejara de besarme, ya que no paraba de hacerlo. Mis pantalones cayeron cuando ella soltó el cinturón (si! Me quedaban sueltos!) y mientras una de mis manos se entretuvo con la espalda ya desnuda de Daniela, con la otra bajé completamente el vestido de ella junto a su ropa interior y de paso la mía. La senté en la mesa, eh hicimos el amor como nunca antes lo hubiese hecho ni con mi propia esposa y es que en ese minuto se me olvidó hasta que tenia dos hijos. Verla moverse, gemir en cada penetración y retorcerse ante el tacto era excitante, y hacia que fuese mas agresivo en mis movimientos. La lengua ¡bendita! Sentir sus pechos en mi boca y succionar era…¡era de Dioses!  . Esto es solo cuestión de tacto, y saber donde tocar. Tantos años prácticamente en el celibato por que a mi esposa se le pasó por la cabeza que no quería operarse y que no quería tener más hijos, por ende nada de sexo; liquida la relación de pareja y la aleja. Según yo y muchos de mis cercanos.
Seguí haciendo el amor con aquella chica que solo conocí hace un par de horas en un restaurante de mala muerte. Nos detuvimos y me llevó a su habitación y ahí continuamos con nuestra calentura (a esto imposible llamarle pasión) hasta que se hizo de madrugada.Me levanté y subí el brazo izquierdo para ver el reloj (para variar soy diestro), eran las cinco y media de la mañana. Mi ropa no se encontraba en la habitación así que tuve que moverme lentamente para no despertar a Daniela que aun seguía en la cama.Fui hasta la otra habitación, me vestí y salí de la casa, no sin antes dejarle la otra mitad de la paga por arreglar el auto encima de la mesa.Tuve que mover el auto sin encenderlo para que no despertara, por lo menos dos cuadras. Ahí lo encendí y salí de aquél lugar.
Mientras iba camino a mi casa miré en uno de los asientos, había un diario, me detuve un rato a ojearlo y vi una de las noticias. Un accidente de transito de una pareja de amantes que se volteó en la carretera, ambos muertos. Me sorprendió la noticia ya que no recordaba haberla leído, ni siquiera de haber comprado el diario. Tan concentrado estaba en mi lectura que cuando tocaron el vidrio del auto casi me muero del susto. Era ¡Daniela! Salí del auto prácticamente de un salto, me sorprendía que estuviese ahí y con el mismo vestido de anoche.
-para donde vas?
-me tengo que ir Daniela, tengo familia e hijos
Comenzó a reír en forma desenfrenada, me sentía confundido, ya no estaba entendiendo nada. Me tomó de la mano y me llevó a uno de los lados de la carretera y señaló un barranco, en el se encontraba un auto blanco destrozado, igual al mio.
-ves eso?
- si
-ahí íbamos nosotros

1 comentario:

Anónimo dijo...

Lisume.
Es un cuento magnífico, bien estructurado y con un final de impacto.
En un momento me recordó los cuentos del camino pero diste un vuelco genial.